Leyendo a Keith Ferrazzi comprendí aquello de “nunca comas solo”: crear un círculo de relaciones auténticas y cuidarlo con esmero. Como casi siempre estamos ajetreados, parece que nunca tenemos tiempo de cultivar las relaciones auténticas. Para vivir hay que comer, y comer comemos todos. Yo mañana como con un amigo, no como solo. Así que al alimento del condumio, le añado la nutrición de una buena amistad.
Sin embargo, para cultivar las relaciones auténticas es vital algo que solemos obviar: escuchar, pero escuchar bien, activamente. No escuchar bien es de personas maleducadas, groseras. Me da igual si estás hablando con el Papa o con el barrendero. Si no escuchas, lo que estás diciendo a gritos es: “oye, mira, me importa un pimiento lo que me estás contando”.
Si quieres ser un maestro en el arte de las relaciones, tu trabajo consiste en que te importen los demás, es decir, en escuchar. ¿Estás preparado para evaluar si escuchas bien? El Dr. Mark Goulston establece cuatro categorías de escucha, las cuatro “erres”: remota, reactiva, responsable y receptiva.
La escucha remota es justo como suena: remota, distante. Es el tipo de escucha que haces cuando estás pendiente de otros asuntos, como escribir un mensaje con el móvil. Es posible que repitas como un loro lo que digo, pero no me prestas atención realmente. Tu mente está en alguna otra parte y corres el riesgo de hacerme sentir que no me haces caso, que lo que te digo no significa nada para ti. Es como hablar por encima de las palabras de alguien en una conversación ?pero en este caso, también escuchas por encima de esas palabras.
En la escucha reactiva, pones un poco más de atención que en la remota, pero aún no estás atento por completo. Si te pregunto algo, respondes con una respuesta inmediata, pero sin pensar mucho. Me has oído, pero realmente no reflexionas sobre lo que digo. La escucha reactiva le quita valor a nuestra conversación.
Te comprometes con la escucha responsable cuando no solo reaccionas a lo que digo, sino que respondes con una mayor acción o elaboración. La escucha responsable es la base de toda buena conversación. Es el equivalente de hablar “con” alguien, en contraposición a hablar “a” o “sobre” alguien.
La escucha receptiva es la forma de escucha más profunda. La escucha con la que me haces saber que empatas completamente con lo que digo y que procuras sentir lo que siento. Este es el nivel de escucha que todos queremos lograr en coaching, esa escucha empática. La escucha receptiva conlleva generosidad y respeto.
Los maestros de las relaciones tendrían que pasar la mayor parte del tiempo escuchando de forma responsable y receptiva. ¿Te parece que no tienes tiempo suficiente para ser responsable y receptivo? Si es así, entonces a) considera tener la conversación más tarde, b) explicar la situación y pedirle a la persona que te pormenorice dicha situación o c) darte cuenta de cuánto tiempo te ahorrarás a largo plazo si escuchas atentamente la primera vez y ejercitas algo de paciencia.
Bueeeeno, vaaale. Lo reconozco. En mi vida me han achacado muchas veces que no escucho. Por eso, siempre pido a quienes me rodean que me digan cuando creen que no les escucho. Es algo que aprecio porque me brinda la oportunidad de corregir inmediatamente mi comportamiento y predicar con el ejemplo.
¿Hay alguien que últimamente te haya dicho que no lo escuchas? ¿Cuál fue tu reacción? ¿Te ha perjudicado en tu carrera, en tu vida?
Michael Thallium
Afortunadamente o desgraciadamente, a veces pasamos por las cuatro categorías en un plis plas…. será cuestión de concretar para no aburrir al personal, aunque a veces resulta mas difícil esto último que el propio hecho de prestar atención. Me ha gustado mucho Michael… es de gran utilidad. bss
Gracías a tí por tu comentario y por haberme dedicado al leer el artículo el mayor don del cerebro humano: la atención.
Michael
Gran artículo Michael, muy enriquecedor, no dejas de sorprenderme