Dedicándome al coaching he tenido oportunidad de conocer a personas de todos los ámbitos. También he leído muchos libros, escuchado muchas conferencias, audiolibros y asistido a eventos de todo tipo. Quizás demasiados. Últimamente -y cuando digo “últimamente” me refiero al último año y medio-, me ocurre que he alcanzado lo que en química se llama el punto de saturación. Me encuentro sobresaturado, contengo más soluto del que puedo disolver en el disolvente de mi cerebro. Me han saturado tantos espectaculares oradores de la “ley de la atracción” y de “tú puedes ser millonario”…
Echo de menos a otros oradores menos espectaculares, de los de antaño, cuya sabiduría y humildad eran y siguen siendo un ejemplo y un modelo que emular. Recuerdo que hace muchos años -ignoro si mi memoria me traiciona al rememorarlo- oí hablar en una entrevista por televisión a Jorge Luís Borges. Le preguntaron qué recomendaría a quienes se iniciaran en la escritura. El maestro Borges dijo algo así como: “que escriban”. Muchos años después, busqué en la Internet para ver si daba con aquella entrevista. Y no, no pude dar con aquella entrevista. Sin embargo, encontré otras magistralmente hechas por Joaquín Soler Serrano al anciano Borges. Quiero compartir aquí un fragmento diminuto de una en concreto en la que al decir Borges “esta mañana soñé que me moría”, Joaquín Soler, rápido y al quite, le pide al gran maestro que deje un testamento de urgencia. Borges da toda una lección de humildad:
Algo parecido me ocurre con Léo Ferrè. Hace muchísimos años, cuando era chico, también por televisión, vi a un señor de pelo cano de loco cantando una canción en francés acompañado al piano. Por aquel entonces, yo no sabía hablar francés y no tenía ni idea de lo que la canción decía, pero se me quedó grabada una frase: “Avec le temps” (con el tiempo). Por aquella época, ignoraba yo que muchísimos años más tarde acabaría trabajando en un buque francés con pasaje francés y que incluso llegaría a tener una novia francesa. Toda una paradoja teniendo en cuenta que no me gustaban ni el francés ni los franceses. Me ocurrió, quizás, lo que a Borges, quien aprendió francés sin gustarle el idioma, quizás por obligación o por conocer la lengua de tan magníficos escritores como Flaubert, Voltaire, Victor Hugo, Proust… En mi caso, mis motivos no eran literarios. Eran mucho más banales.
Al igual que me pasó con Borges, me ocurrió con Ferrè: busqué en la Internet aquella canción que me embelesó cuando era pequeño. Y la encontré y quiero compartirla aquí también:
Tanto Borges como Ferrè, a quienes conecto en mi intelecto, representan valores que quiero tener integrados en mi forma de hacer coaching. Por un lado, Borges con la sabiduría de la humildad o la sabiduría humilde y, por otro, Ferrè recordándome que el paso del tiempo cambia las perspectivas de las cosas. Sabia humildad y control del tiempo: dos características de todo buen coach.
Michael Thallium
Global & Greatness Coach
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