Las palabras son como las personas:
están ahí, en un libro, en la vida.
Nos enamoran o nos enamoramos de ellas,
según los ojos que miren.
Unas veces gustan;
otras, permanecen ignoradas hasta que alguien las descubre.
Es entonces cuando nace el amor.
Y según viene, se va,
como cuando se abre un libro o se cierra.
Las personas no tienen dueño:
son los versos de un sueño.
Michael Thallium, noviembre de 1999.