¿Has oído hablar del pájaro Uyuyu? El macho de esta especie tiene unos huevos tan grandes que cuando emprende la maniobra de aterrizaje en una rama empieza a gritar con los ojos abiertos como platos: ¡Uy, uy, uy! Sí, ya sé que es un chiste muy malo, pero es que “uy, uy, uy” este es el último artículo de la serie “De la felicidad y la dicha” y, en mi opinión, el más interesante, pues trata de encontrar el antídoto contra el pecado capital n.º 7: IGNORAR EL SER INTERIOR o LA VOZ INTERIOR. ¿Cuál es el antídoto? La meditación, la “consciencia plena”, la “atención plena”, lo que ahora se ha puesto tan de moda en inglés: mindfulness. En realidad, todo se reduce a estar presentes, a experimentar el momento presente, a vivirlo, a tocar íntimamente la realidad que nos rodea.
Antes de proseguir, aquí dejo los enlaces a los 5 previos de esta serie por si no los has leído ni conoces los ejercicios que en ellos propuse:
Los beneficios de la atención plena o la meditación son muchos. Aquí enumero solo unos pocos:
- disminuye el estrés,
- aumenta la flexibilidad de respuesta,
- aumenta la percepción de abundancia de tiempo, y
- mejora los niveles de felicidad al cambiar la estructura del cerebro,
- mejora la salud del corazón,
- hay estudios que demuestran una mejoría en la piel de personas con psoriasis,
- aumenta la amabilidad y la compasión,
- aumenta la creatividad.
Según uno de los investigadores en el campo de la meditación, Alan Wallace (véanse enlaces al final de este artículo), no podemos buscar nuestra felicidad como si fuéramos islas aisladas. ¿Por qué nos resulta a veces tan difícil practicar la atención plena? He aquí algunas razones:
- Porque pensamos que la atención plena no es científica y resulta “esotérica” (para quienes así piensen, recomiendo un curso en inglés The Science of Mindfulness La ciencia de la atención plena del profesor Ronald D. Siegel).
- Porque “eso de la meditación es de budistas o hindús, de personas religiosas”. Bueno, ciertamente los budistas, y en general la cultura oriental, emplean mucho la meditación, pero ello no quiere decir que sea algo exclusivo de esa cultura. Yo he de reconocer que este es uno de los puntos que más “me raya”, porque yo no me considero religioso. A este respecto hay un libro muy interesante titulado Despertar de Sam Harris, un neurocientífico y filósofo ateo, que indaga en los fundamentos científicos de la espiritualidad y demuestra que la atención que prestamos al momento presente, es decir, la práctica de la presencia, determina en gran medida la calidad de nuestra vida.
- Porque la práctica de la atención plena te hace “blandengue” y “débil”. (En realidad, te hace más amable y compasivo; muchas personas asocian la amabilidad y la compasión con debilidad… ¡NADA MÁS LEJOS DE LA REALIDAD!). Quien así piense, que le pregunte a los responsables del ejército de los EE.UU. por qué entrenan a los soldados con meditación de atención plena… No creo que sea para hacerles “blandengues”, sino más bien para tomar mejores decisiones en situaciones extremas.
Así que… ¡A PRACTICAR!
El objetivo de la atención plena no es “no pensar en nada”, sino cambiar la forma en que nos relacionamos con los pensamientos. Richard Davidson es uno de los investigadores en el campo de la neurociencia que ha abordado el tema de la plasticidad cerebral y los efectos de la meditación en la estructura cerebral (véanse enlaces al final de este artículo).
Una buena metáfora para entender la atención plena es la de “montar en bicicleta”. Cuando uno monta en bicicleta, está continuamente haciendo una serie de micromovimientos imperceptibles de derecha a izquierda para recuperar la verticalidad y mantener la bicicleta en equilibrio. Si la bici se va a la izquierda, hacemos un micromovimiento a la derecha y viceversa. De esta forma, creamos un efecto de equilibrio vertical continuo. Pues bien, con la atención plena ocurre lo mismo. Cuando se medita, no se trata de no pensar en nada, sino de corregir la atención con un “micromovimiento” cada vez que aparece un pensamiento. Se trata de ser plenamente conscientes del cuerpo y del exterior. Una vez más, aquí lo importante es la REGULARIDAD. Simplemente con 5 minutos todos los días de meditación, los efectos son palpables a las pocas semanas. Idealmente, 12 minutos al día de meditación cambian la estructura cerebral en pocas semanas. Repito, lo importante es la REGULARIDAD.
El ejercicio para esta semana es:
LA PRÁCTICA DE LA PRESENCIA, ESTAR PRESENTES.
No se trata de defender nada, ni de promocionar nada ni de temer nada. Se trata de estar presentes. Como esto sí que es algo muy personal, en esta ocasión, no voy a dar ninguna pauta. Te invito a que busques distintos métodos y compartas tus experiencias al respecto de esto de sentirte plenamente presente. A mí me queda muchísimo camino por recorrer. Por mis características personales, soy de los que intenta ver las cosas desde un punto de vista neurocientífico y tiendo a rehuir de todo aquello que aparente ser una “patraña”. No obstante, aquí dejo un audio de un ejemplo de meditación de presencia que grabé hace unas semanas por si a alguien le puede servir de algo. Está basada en una meditación de Vijay Bhat:
¡Suerte y a practicar!
Aquí algunos enlaces a vídeos (con subtítulos en español) sobre la meditación:
Chade Meng Tan: La compasión cotidiana
Shauna Shapiro: Meditación de atención plena
Alan Wallace: La ética de la meditación
Alan Wallace: Una mejor versión de uno mismo
Ronald Siegel: The Science of Mindfulness
Richard Davidson: La plasticidad del cerebro
Richard Davidson: Neuroplasticidad y meditación
Soy consciente de que con esta serie de artículos De la felicidad y la dicha no he hecho más que rascar en la superficie. Hay muchas más cosas en las que podría haber profundizado. Mi intención era tan solo servir de acicate para que quien me leyera se diera cuenta de que es posible ser feliz y de que uno puede ahondar, según sus circunstancias personales, en las técnicas para lograrlo. Me despido de esta serie con una frase que ya esbocé en el artículo dedicado a la confianza y que me gusta tener siempre presente:
En todo tipo de relaciones, pero especialmente en las amorosas, uno debería proceder con el entusiasmo de un arqueólogo que excava en las emociones del otro y las descubre con mimo y admiración, consciente de la delicadeza y relevancia de su hallazgo.
¡Que la dicha te acompañe!
Michael Thallium
Global & Greatness Coach
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