Estimados afiliados:
A partir de ahora, con tanto recorte que vamos a tener que hacer, ya no volveré a escribir «Estimados compañeros, estimadas compañeras». Confío en vuestra comprensión, en vuestras tragaderas, vamos. La tinta es un bien preciado y yo creo que me entenderéis si os digo, sencillamente, «Estimados todos». Lo que me jode es que voy a tener encima a mis socios recordándome todo el rato que tengo que decir estimados y estimadas, apreciados y apreciadas, compañeros y compañeras, etcétera. Pero me la suda al igual que me la suda aquello que dije de que no pactaría con los del poder en primera persona del plural —el poder lo entiendo en primera del singular, porque soy progresista, como ya sabéis— o los que jamás han condenado los atentados de ETA. Hace un año los progresistas consolidamos el nuevo tiempo político después de echar al barbas. Muchas cosas han pasado desde entonces, como ya sabéis. Donde dije digo digo diego y pelillos a la mar.
Comenzamos el 2020 con el primer Gobierno de coalición de la historia reciente de nuestro país. Firmamos un acuerdo de Gobierno histórico, con ambiciosos objetivos para que dentro de unos años —ya quisiera yo que fueran meses, pero, bueno, a paciencia y resistencia nadie me gana, como ya sabéis— nadie reconozca nuestro país.
La puta pandemia esta de la COVID-19 trastocó mis planes como os podéis imaginar. No fue culpa mía, como ya sabéis, porque el virus es desconocido y ha afectado a todo el planeta. Tuvimos que proteger a la sociedad con una panoplia de medidas económicas para proteger la salud, los empleos, las empresas, etcétera. Todo con el fin de amparar a los más vulnerables con ‘résponsabilidad‘, con ‘sólidaridad‘ —me encanta este hipnótico recurso discursivo de hacer sobresdrújulo lo agudo.
Hemos tenido que reinventarnos en tiempo récord, a contrarreloj. Los avances progresistas que comportan los nuevos Presupuestos ocupan poco espacio en el debate público. Me jode, y mucho, que la atención se desvíe hacia asuntos del pasado, como la lucha antiterrorista, que nada tienen que ver con los Presupuestos y que no figuran afortunadamente entre los problemas de nuestro país, como ya sabéis. A ver, esto ocurre por esos reaccionarios que no entiendo por qué siempre están hablando del 36, del 34 o del 31, etcétera. Estamos ante un populismo reaccionario que, como ya sabéis, vive de las filfas —esta palabra me la he aprendido hace poco y la he incorporado a mi vocabulario para que se jodan los puristas que me tienen hasta las turmas (esta también me la he aprendido)— que presenta como hechos probados para desacreditarme y fomentar la ‘rádicalizacion‘, la división social, la crispación política, etcétera. Es un populismo reaccionario que jamás acepta su derrota, como ya sabéis.
Queridos todos, no les hagáis ni puto caso. Están rabiosos porque ganaron injustamente una Guerra Civil hace 80 años y ahora intentan evidenciar que nuestra justa victoria democrática no es legítima. Nosotros perdimos la guerra con dignidad y ahora, dignamente, hemos ganado la libertad, etcétera. No entréis al trapo reaccionario. No miréis al pasado. Mirad al futuro. Os garantizo que, como ya sabéis, con mi liderazgo mundial y vuestro apoyo, a nuestro país no lo ‘réconocera‘ ni Dios.
Palabra de vuestro Presidente, como ya sabéis.
Michael Thallium
Global & Greatness Coach
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