La chica de Manón… Sí, así podríamos llamarla, aunque también tiene nombre propio, Elisabet. Manón es su amiga inseparable y, a veces, un tanto ingrata. Sin el aliento de Elisabet, Manón no sería nada, aunque bien vale su peso en oro. Y sin Manón, quizás Elisabet no podría expresarse. Han pasado tanto tiempo juntas, desde hace años, que Elisabet quizás depende de ella. El pacto que las une es claro: tú me das aliento y yo te doy la voz más bella que nadie pueda escuchar…
Ayer Elisabet Franch presentó su último álbum, Franch plays Franck, en el Palacio de Longoria de Madrid. Ya lo había presentado hacía una semana en el Teatre-Auditori de Sant Cugat del Vallès, su ciudad natal. Sin embargo, era la primera vez que tocaba en Madrid y estaba un tanto nerviosa, con esa sensación que a los artistas se les pone en el estómago antes de subir a un escenario por primera vez… Estaba muy bien acompañada por el veterano pianista y compositor Albert Guinovart, quien también hacía un par de semanas había presentado la grabación de la ópera Alba eterna en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Ambos artistas graban en el sello SONY CLASSICAL.
Al acto de acudieron el director del INAEM, Joan Francesc Marco, el presidente de la Fundación SGAE, Juan José Solana y el director de la SGAE, Antonio Ruiz Onetti. Entre el público también se encontraba el compositor Jorge Grundman. La presentación del álbum de Elisabet Franch comenzó con una breve introducción de Javier Briongos, de la agencia Miotta y Moliere, quien dio paso a la popular presentadora del programa Café Zimmermann de Radio Clásica, Eva Sandoval. Fue Eva la encargada de moderar un interesante coloquio con la flautista y Albert Guinovart. Hablaron de las obras que ambos habían grabado dos años antes en Viena, en septiembre de 2020. Franch plays Franck es un álbum muy particular. Todas las obras son arreglos para piano y flauta de otras obras originalmente escritas para violín y piano (la Sonata n.º 2 op. 13 en sol mayor, de Edvard Grieg, Introducción y rondó caprichoso, de Camille Saint-Saëns y la Sonata en la mayor de Franck) o voz y piano (Aimer, de Franck) que rinde tributo al compositor César Franck.
Fue durante el coloquio cuando Elisabet habló de Manón, que así se llama la flauta de oro con la que más tarde interpretaría algunos fragmentos de Franch plays Franck, acompañada al piano por Albert Guinovart. Elisabet habló con mucho cariño de su maestro, el norirlandés Sir James Galway, quien la ayudó a preparar la sonata de César Franck para la grabación. Fue también el maestro quien ayudó a Elisabet a reconciliarse con Manón cuando voz y aliento andaban peleados: le regaló una boquilla que llevaba inscrito el nombre de Galway. La boquilla obró el prodigio y, desde entonces, Elisabet y Manón son inseparables.
El recital que Elisabet Franch y Albert Guinovart dieron fue exquisito, todo un homenaje al “arreglo”. Uno se olvidó por completo de que las obras habían sido escritas originalmente para otro instrumento. Por cierto, en el recital incluyeron también dos piezas compuestas por Guinovart para trompeta y piano (Llum de midgia y Llum de capvespre). El arreglo estaba tan bien hecho y la interpretación a la flauta de Elisabet fue tan bella, que resultaba difícil imaginarse cómo sonaría con trompeta. La verdad es que uno se quedó maravillado con la habilidad, la musicalidad y el virtuosismo de Elisabet Franch. Y por lo que respecta a la música de Ginovart, ¿por qué no se programará más?
Detrás de toda grabación hay muchas, muchas horas de trabajo, no ya sólo de los intérpretes —tantas e incontables horas solitarias de estudio—, sino también de todas las personas que hacen posible que un álbum vea la luz. A los demás nos toca escucharlo y disfrutarlo. Les aseguro que si alguna vez tienen la oportunidad de ver tocar la flauta en directo a Elisabet Franch, se quedarán maravillados. Dame tu aliento que yo te daré mi voz… Simplemente, la chica de Manón.
Michael Thallium
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