Dos opiniones sobre cómo descubrir la grandeza
Esta es una columna mensual sobre cómo descubrir nuestra grandeza escrita conjuntamente por Amit Nagpal de la India (quien habla de una persona de occidente) y Michael Thallium de España (quien habla de una persona de oriente). Nuestro objetivo es compartir las historias de éxito de grandes seres humanos y con ellas deseamos inspirar a nuestros lectores para que también descubran su propia grandeza.
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Aportación de Amit Nagpal, India
http://www.dramitnagpal.com/my-profile/
Albert Einstein: un genio del equilibrio
Me desperté murmurando “E= mc2” y me di cuenta de que había estado conversando en sueños con Einstein. “¡Pero qué demonios!”, pensé medio adormilado, “¿Es que no hay gente mejor con la que soñar en la vida?”. Luego me desperté y me di cuenta (gracias a Jennifer Sertl) de que Einstein se había convertido en mi héroe en 2011.
Una vez publiqué una nota con humor: “La mujer de Einstein le preguntó un día ‘¿Cuánto me quieres?’ Él respondió, ‘Puedes calcular mi energía de amor en diferentes puntos del tiempo utilizando E= mc2.‘“ Podría ser cierto.
En lugar de presentar al genio, preferiría decir “Aquí llega Albert Einstein, quien no necesita presentación”, pero aún así, os recordaría que fue un físico teórico nacido en Alemania a quien se le atribuye el desarrollo de la teoría general de la relatividad, uno de los dos pilares de la física moderna. Se cuenta que un día su padre le enseñó una brújula de bolsillo; Einstein se preguntó que tendría que haber algo que hiciera que la aguja se moviera a pesar del “espacio vacío”. Ni que decir tiene que Einstein comenzó a construir modelos y aparatos mecánicos por diversión evidenciando su talento matemático.
A Albert Einstein se le conoce como uno de los mayores genios de todos los tiempos, pero hay una parte de su personalidad desconocida para la mayoría de personas. Einstein fue una persona muy equilibrada en todos los sentidos. Creía firmemente tanto en la materia como en la energía, en la ciencia como en la religión, en la mente intuitiva como en la racional (alma y mente en la manera de hablar oriental) y veía genios en todas las personas. Así que no es de extrañar que creyera que la ciencia sin religión se queda coja y que la religión sin ciencia se queda ciega. Einstein veía el potencial que se esconde en cada uno de nosotros y señaló que “todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su abilidad para subir a un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es tonto”.
A pesar de haber hecho algunas de las investigaciones más complicadas que jamás se hayan hecho, Einstein creía en el poder de la simplicidad. Así que tampoco es de extrañar que dijera “Si no puedes explicarlo de forma sencilla, es que no lo entiendes lo suficientemente bien”. Einstein también hizo hincapié en que cualquier tonto inteligente puede hacer cosas más grandes y más complejas y mostró un toque de genialidad y valentía al moverse en la dirección opuesta.
La gente tampoco conoce el lado divertido de Einstein quien pensaba que la creatividad no era más que la inteligencia divirtiéndose: “Cuando un hombre se sienta con una chica guapa durante una hora, le parece que solo ha transcurrido un minuto, pero si le pones sentado encima de un hornillo durante un minuto, le parecerá mucho más de una hora. Eso es la relatividad”. Una vez, con cierto toque de humor, Einstein afirmó que “la diferencia entre el genio y la estupidez es que el genio tiene sus límites”.
Aquí viene otra afirmación mejor: “Cualquier hombre que conduzca con seguridad mientras besa a una chica, sencillamente no estará dando el beso con la atención debida”. Y también bromeaba: “Si una mesa desordenada es señal de una mente desordenada, ¿de qué, entonces, es señal una mesa vacía?” De hecho, eso es mucho más peligroso, una mesa vacía y una mente vacía (a propósito, estoy encantadísimo de saber esto, porque mi mesa está también desordenada, lo cual significa que no tengo una mente vacía).
Einstein también tenía un lado espiritual muy fuerte. Sostenía que un hombre feliz está demasiado satisfecho con el presente como para obsesionarse demasiado con en el futuro: “Vivo en esa soledad que es dolorosa pero deliciosa en los años de la madurez”. Ni que decir tiene que Einstein se negó a que lo mantuvieran vivo con sistemas de respiración asistida y murió plácidamente a la edad de 76 años. Einstein también era consciente de la importancia de tener un propósito de vida (una gran pasión) y sugirió que si uno quiere ser feliz en la vida, uno debería unirla a un objetivo y no a las personas u objetos.
Einstein dio a entender que hay que elevar nuestro nivel de consciencia y sabiduría y comprendió que no podemos resolver los problemas con el mismo tipo de pensamiento con el que creamos esos problemas. Después de todo, hacer una y otra vez lo mismo y esperar resultados distintos no puede ser más que una locura. A pesar de ser un científico tan aclamado, Einstein aceptó humildemente el lado misterioso del Universo: “Los seres humanos, las plantas o el polvo cósmico, todos bailamos al son de una misteriosa melodía entonada en la distancia por un gaitero invisible”. Einstein hablaba con todo el mundo de la misma manera, ya fuera el hombre de la basura o el rector de una universidad.
Einstein comprendió los poderes de la mente consciente y subconsciente y señaló una triste verdad de nuestro tiempo: “La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es un sirviente leal. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y que se ha olvidado del don”. En mi opinión, esta es la razón que hay detrás de todos los males de la sociedad humana.
A Einstein le encantaba la creatividad y la imaginación. Creía que la imaginación es más importante que el conocimiento: “La lógica te llevará de A a B. La imaginación te llevará a cualquier parte”. En ocasiones, Einstein podía ser también un poeta: “Algunas veces una pregunta me confunde mucho, ¿estoy loco o lo están los demás?” (No estabas loco, querido Einstein, nosotros lo estamos.)
Einstein también era brutalmente sincero. No es de extrañar que dijera: “Dos cosas son infinitas, el Universo y la estupidez humana… Y yo no estoy tan seguro de que el Universo lo sea”. Es probable que también previera el futuro y comentó: “Temo el día en que la tecnología supere a la interacción humana. El mundo tendrá una generación de idiotas”.
Rezo para que desarrollemos la sabiduría antes de que ese día llegue alguna vez.
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Aportación de Michael Thallium, España
http://www.michaelthallium.com/thallium-vitae
Ravi Shankar: música para los oídos
Ha pasado un poco más de medio año desde nuestra última publicación. Personalmente, decidí tomar un descanso y distanciarme de las redes sociales y dedicar mi tiempo durante el pasado verano, aquí en Europa, para escucharme a mí mismo, para encontrarme, para convertirme en mi propio “instrumento” y explorar las “posibilidades de interpretación” (he de decir que sigo trabajando en ello). Aproveché la oportunidad para hacer un corto viaje a Edimburgo, en Escocia, y visitar a unos viejos amigos. Después, pasé algún tiempo con dos buenas amigas en Cantabria, en el norte de España, y en Extremadura, al suroeste.
Pero ahora, Amit y yo, volvemos a la carga con esta serie de artículos sobre “grandes personas”. Y he decidido hablar de Ravi Shankar, que falleció en diciembre de 2012. Normalmente, solemos hablar de personas que están vivas, así que tomaos esto como una excepción… aunque creo que merece la pena, porque la excepcional obra de Ravi Shankar perdura en sus dos hijas: Nora Jones y Anoushka Shankar.
Para quienes jamás hayáis oído hablar de Ravi Shankar, permitidme que os dé unos pocos antecedentes. Shankar fue un músico, compositor y virtuoso del sitar, aunque en su infancia también fue bailarín e incluso llegó a ir de gira internacional, a la edad de 13 años, junto a su hermano, el coreógrafo Uday Shankar. Dejó el baile, comenzó a tocar varios instrumentos indios y se convirtió en un virtuoso del sitar a las órdenes del maestro Allauddin Khan. ¡No necesito deciros lo difícil, exigente y estricta que es la formación en música clásica india! Así que no os extrañe que para mí Ravi Shankar sea un ejemplo de resiliencia. Su carrera internacional se extiende a lo largo de más de 60 años… ¡No está nada mal! Y esta es la razón por la que decidí hablar de él. No solo por sus muchos años de gira alrededor del mundo, sino también porque exportó la música clásica india y colaboró con distintos artistas de todas partes del mundo. Ravi Shankar contribuyó mucho a unir las culturas oriental y occidental.
Si queréis saber más de la vida de Ravi Shankar, os recomiendo el libro que escribió su hija Anoushka Shankar allá por 2002 Bapi: Love Of My Life (”Papá: el amor de mi vida”). Anoushka dedicó el libro “al mejor intérprete de sitar del mundo”. En palabras de la hija de Ravi Shankar: “Permítanme que adore descaradamente a mi padre por un momento. Creo que papá es el hombre más maravilloso del mundo. Hace la música más maravillosa que jamás haya escuchado. Su integridad y conexión con el instrumento no tienen parangón con nada que haya visto. Tiene que ser el hombre más divertido del mundo que no sea un comediante profesional. Como padre es más cariñoso y dadivoso de lo que jamás pensé se podría ser. Y dudo que alguna vez tenga la suficiente suerte de encontrar a un hombre tan romántico y apasionado como mi padre lo es con mi madre. Para ser sincera, ¡no estoy segura de que alguna vez sea realmente feliz con ningún hombre en mi vida, porque querría que estuviera a la altura de mi padre!”
Lo único que puedo deciros es que os sorprenderá indagar en la extraordinaria vida de Ravi Shankar y en el papel que el perdón desempeñó en ella. Permitid que termine con una carta que Ravi escribió a su hija Anoushka:
“Ratita mía: ¡Te echo de menos! Quiero abrazarte y achucharte y darte todo el amor que siento por ti —el amor que fui tan estúpido de no darte por varias razones (tenemos que hablar de todo eso, ¡por favor!) cuando eras muy joven. Nunca es tarde —¡y eres una jovencita tan sensata! Nuestros papeles como maestro, padre y amigo—y discípula, hija y amiga—no son fáciles. ¡Lo sé! Pero ya está bien—hemos desperdiciado demasiado tiempo y ¡tenemos que compensar el tiempo perdido! Ya verás cuánto mejorarán mi salud y estado de ánimo y qué felices seremos todos, tú, yo y mamá. ¡¡Conquistaremos el p… (¡uy!) mundo!! Te envío abrazos y besos y oraciones para todo en el mundo para ti. Te quiere, papá.”
Pues bien, ¡ahora ya lo sabéis! Nunca es tarde para enmendar los yerros y comenzar de nuevo. Así que ¡convertíos en un canto, tiraos al estanque de la vida y mirad las ondas!