En la historia de la música de concierto occidental suele hablarse de las tres bes: Bach, Beethoven y Brahms. Esas célebres tres bes, originalmente las acuñó el compositor y escritor alemán Peter Cornelius (1824-1874) en el año 1854, pero en lugar de Brahms, Cornelius situó al compositor francés Hector Berlioz (1803-1869). Años más tarde llegó el afamado director de orquesta Hans von Bülow (1830-1894), quien tachó de la lista a Berlioz para añadir a Brahms… Y fue así como Johann Sebastian Bach (1685-1750), Ludwig van Beethoven (1770-1827) y Johaness Brahms (1833-1897) quedaron indisolublemente unidos en la historia de la música occidental como la Santísima Trinidad. Sin duda, en la incorporación de Brahms a esta lista tuvieron mucho que ver las palabras que Robert Schumann (1810-1856) dedicó a Brahms señalándole como “el verdadero sucesor de Beethoven”.
Obviamente, esta lista de tres tenía una carga germana muy obvia. Los tres compositores nacieron en el ámbito alemán. Bach nace en Eisenach, desarrolla toda su carrera entre Turingia y Sajonia, es decir, en el centro de la actual Alemania; Beethoven nace en Bonn, pero desarrolla la mayor parte de su carrera en Viena (por aquel entonces capital del Imperio austrohúngaro); Brahms nace en Hamburgo y, al igual que Beethoven, desarrolla su carrera en Viena. Ninguno de ellos fue contemporáneo: Beethoven nació veinte años después de la muerte de Bach; Brahms seis años después de la de Beethoven. Bach influyó enormemente en Beethoven (sobre todo en las obras de su etapa madura); la influencia de Bach y Beethoven en Brahms es más que evidente.
Esas tres bes han dominado la historia musical desde la segunda mitad del siglo XIX hasta casi nuestros días. Me atrevo a decir que “las tres bes” no son más que el síntoma de una cultura musical centrada en Alemania y Austria. Sin embargo, a medida que va concluyendo el siglo XIX y durante el siglo XX, las reglas de juego cambian. La música se descentraliza… Y por eso hablo de “Las cinco bes”: Bach, Beethoven, Brahms, Bartók y Britten.
El compositor húngaro Béla Bartók (1881-1945) nació en vida de Brahms y sus obras tempranas están muy influidas por Brahms, aunque luego desarrolló un lenguaje muy particular y único que hace que su música sea difícil de categorizar. Bartók fue testigo del desmoronamiento del Imperio austrohúngaro —nació en la Austrohungría de la época; en la actualidad, la ciudad en la que nació y otras en las que residió no pertenecen a Hungría, sino a Rumanía y Eslovenia, por ejemplo— y de dos guerras mundiales durante el siglo XX.
El británico Benjamin Britten (1913-1976) nació 32 años más tarde que Bartok, así que compartieron sus pasos sobre la Tierra durante unos treinta años más o menos. Al igual que Bartók, Britten desarrolló un lenguaje musical único. Las personas que no hayan escuchado mucho la música de estos dos compositores, es probable que vean más similitudes entre ellos dos que entre ellos y los tres que les preceden. No en vano, Bartók y Britten compusieron sus obras importantes durante el siglo XX y, sin duda, eso es algo que les une. Ambos compositores beben de las fuentes de Bach, Beethoven y Brahms, si bien luego crean un lenguaje musical muy distinto al de los tres alemanes.
Así pues, las cinco bes (Bach, Beethoven, Brahms, Bartók y Britten) es una lista a la que quizás en el futuro se una algún que otro músico. El pobre Hector Berlioz quedó relegado de la lista hace más de 150 años y yo tampoco lo incluyo en esta. Considero que son esas “bes” y no otras las que merecen estar juntas. La historia musical que esté por llegar ya no será exclusivamente alemana ni siquiera europea. Y quizás tampoco nadie hable de las cinco bes más que yo en esta página.
Recommended Works:
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Brahms – Concierto para piano n.º 2
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Michael Thallium
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