Tengo una buena amiga, a quien conozco desde hace más de 25 años, que desconvino conmigo en la valoración, más bien diría yo apreciación, de lo que para mí era, si no un piropo, cuando menos una carantoña verbal. Ella no lo vio así, sino más bien al contrario, como un impertinente improperio. Vaya de antemano mi solicitud de perdón si en algo la ofendí. Sin embargo, permítanme justificar sentimentalmente o emocionalmente –quizás no tenga argumentos intelectuales suficientes? el porqué de aquello que para ella fue un descarado dicterio. Admito que quizás abusé de la confianza de los años, pero no con premeditación y, menos aún, con alevosía. ¿Qué es lo que dije? Algo tan sencillo como: “Hola, Mislorzas, a ver cuando me dejas tocarte las lorzas”. Quizás ella se dejó llevar por esa moda actual de las nominaciones y concursos de belleza y lo interpretó a la inglesa: Miss Lorzas. Entonces, bastante molesta, me reconvino y me dijo que ya valía de tanto choteo y que no había lugar a mi impertinencia. Obviamente, me disculpé, pero enseguida me golpeó el ramalazo semántico y me puse a indagar en el significado de lorzas y choteo.
Según el diccionario de la R.A.E., el vocablo lorza proviene de alforza y significa “pliegue que se hace en una prenda para acortarla o como adorno”. Sin embargo, el Diccionario del español actual de Manuel Seco recoge una segunda acepción que es a la que yo me refería con aquello de Mislorzas, a saber: “pliegue que forma la carne debido a la gordura”. He de decir que mi amiga no está gorda en absoluto. Antes bien, tiene un cuerpo garrido ?galano, elegante? y muy atractivo. Y las lorzas de marras son muy suaves. Lo sé porque ya se las toqué alguna vez, pero en esta última ocasión, en lugar de tocarle las lorzas, parece ser que le toqué a mi amiga más bien las narices. Una vez más, disculpas pido.
En cuanto a choteo, proviene del verbo chotear que significa bromear o divertirse a costa de alguien. Chotear, a su vez, proviene de choto, la cría macho de la cabra mientras mama. Digo yo que lo de chotear vendrá del alborozo chotuno cuando el cabrito mama durante los primeros meses de vida y que, con el tiempo, ese choteo mamario pasó a tener una acepción más burlesca y se hizo sinónima de guasa y pitorreo. Sirva como recuerdo que la expresión huele a chotuno significa “despedir cierto mal olor semejante al del ganado cabrío” –similar también, dicho sea de paso, al olor que hay en algunos gimnasios y en los vagones del Metro a la hora punta. Es probable que a lo que le oliera a mi amiga realmente fuese a choteo en vez de a chotuno, y por eso se molestó tanto con mi comentario inoportuno.
En mi indagación semántica, lo chotuno me llevó al chotis, baile típico de Madrid que, curiosamente, no es madrileño sino alemán –en realidad, escocés. Chotis proviene del alemán schottisch, que significa escocés. Parece ser que este baile tuvo diversos nombres, entre ellos el de polca alemana. Llegó a Madrid en 1850, y se bailó por primera vez en el Palacio Real la noche del 3 de noviembre con el nombre de polca alemana. Después, se convertiría en el baile del pueblo madrileño y castizo.
Yo soy madrileño, hablo alemán y tengo muy buenos amigos en Escocia. Reivindico mi derecho a tocar mis lorzas –las de mi amiga? porque los años de amistad me confieren ese impertinente derecho. No me choteo de ella ni tampoco me gustaría que mis palabras olieran a choteo. Ojalá pudiera bailar el chotis con ella en Escocia y susurrarle al oído con el alborozo del choto recién nacido: “Querida Señora, por vuestras lorzas muero”.
Michael Thallium