Hace unos días releí “Nunca lleves la cuenta”, el segundo capítulo del magnífico libro de Keith Ferrazzi y Tahl Raz Nunca comas solo. En él se habla de la generosidad y de que tenemos que hacer algo más que aceptarla. A menudo hay que ir y pedirla. Las relaciones son la expresión de quiénes somos y de qué tenemos que ofrecer. El caso es que la palabra generosidad activó mi inveterada manía de buscar en el cenobio verbal, es decir, el diccionario, la etimología de esa palabra… y de todas las que vinieron después.
Mencionar el diccionario actualmente significa indagar en la Red. Así que buscando en Google el término generosidad, di con un resumen de una tesis doctoral de la Universidad de Navarra, de un tal José Francisco Nolla, que trata de la virtud de la generosidad en la filosofía de Tomás de Aquino. Fue así como descubrí que la liberalidad consiste en distribuir los bienes generosamente sin esperar recompensa. Liberalidad tiene que ver con liberal, libertad, libre, libro… Curiosamente, largueza tiene ese mismo significado. Así que ser largo o larguero, también significa ser generoso en lo material.
Efectivamente, la diferencia entre la generosidad y la liberalidad es parecida a la que existe entre el ser y el tener. Uno es generoso en el ser anteponiendo el decoro –¡qué palabra tan bella y desusada para designar el respeto que se debe a una persona por su nacimiento o dignidad!- a la utilidad y el interés. Uno es liberal, largo o larguero en el tener al compartir con los demás los bienes materiales.
Generosidad está relacionada además con generosía, esa nobleza heredada de nuestros mayores. Por eso, tal vez también consideremos que alguien es noble cuando es preclaro, ilustre o generoso. Generosidad también me evoca al genio de la lámpara maravillosa que -deduzco quizás sin fundamento- está emparentado con Genetlios, aquel genio de los antiguos griegos que presidía el nacimiento de los humanos y velaba por su suerte… Probablemente de ahí nos venga esa genetlíaca manía nuestra de querer adivinar la buena o mala fortuna según la fecha de nacimiento sin ser conscientes de que somos lo que elegimos.
En definitiva, que como seres humanos debiéramos guardarnos el decoro unos a otros y escribir libre y largamente el libro de la vida con liberalidad o largueza, es decir, con generosidad y sin llevar la cuenta de las dádivas que uno da o recibe.
¿Eres liberal? ¿Qué opinas de la generosidad? Sé generoso y deja tu comentario. No te importe la largueza…
Michael Thallium Reserva tu sesión de coaching
Michael,
me pareció muy interesante el corto resumen explicativo y aplicativo de ambas virtudes. lo mejor fue que yo buscaba entender mejor el empleo de la palabra largueza, porque no lo podía contextualizar y tu texto me aclaró todo.
Gracias y saludos
Muchas gracias, Minerva, por tu amable comentario. Me alegra saber que el texto te sirvió para aclararte respecto del empleo de la palabra “largueza”. Un saludo para ti también.
Michael