Durante este año 2023 se celebra el centésimo aniversario del nacimiento de György Ligeti (1923-2006). Este tipo de conmemoraciones suelen ser la excusa para programar obras de los compositores. Y no es que Ligeti no merezca ser programado cualquier año y sin ninguna excusa, pero esperemos que no tengan que pasar otros ochenta y tres (aniversario de su muerte) o cien años más para escuchar su música en las salas de concierto. En cualquier caso, eso dependerá del gusto del público —caprichoso e imprevisible—, de la cultura de los programadores —al buen callar llaman sancho— y de la preparación técnica de los intérpretes.
Hace un par de días, en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, pudimos disfrutar de un recital íntegramente compuesto por obras de Ligeti: Seis bagatelas para quinteto de viento, Concierto de cámara para trece instrumentos y Concierto de Hamburgo para trompa y orquesta de cámara. Una hora de concierto, más o menos. Fue el debut del director de orquesta Pascual Cabanes en el Ciclo Satélites con el Harmonie Ensemble. Estrenarse con Ligeti no es fácil: requiere una gran preparación técnica del director amén de la de los músicos.
El recital comenzó con Seis bagatelas, la que se considera primera obra de cámara de Ligeti. A quienes conozcan la Musica ricercata para piano, este quinteto de viento les sonará mucho, porque es una reelaboración de algunas de las piezas de esta obra para piano. Los maestros Pepe Sotorres (flauta), Victor Manuel Anchel (oboe), Eduardo Redondo (trompa), Enrique Abargues (fagot) y Javier Balaguer (clarinete) destacaron especialmente en la primera bagatela, en la tercera —con un magnífico obstinato mantenido por el fagot—, en la cuarta y en la sexta, que terminó con una pequeña broma musical que suscitó la sonrisa del público y el aplauso correspondiente.
El Concierto de cámara para 13 instrumentos fue la obra con la que Pascual Cabanes debutó. Esta pieza se divide en cuatro movimientos y requiere de clave, harmonium, piano y celesta. Cabanes dirigió sin batuta, a manos desnudas, con gesto preciso, muy medido. A uno le recordó un poco al estilo de Pierre Boulez. La orquesta sonó con igual precisión. Entre todos lograron unas buenas atmósferas, muy ligetianas, sobre todo las cuerdas en el primer movimiento Corrente. El Harmonie Ensemble estuvo a la altura de la partitura. Muy buenos los dos últimos movimientos: el tercero con pizzicati y ataques secos, muy preciso y mecánico; el cuarto rápido y muy virtuoso, donde destacaron los vientos. El público lo reconoció con un gran aplauso.
El recital concluyó con el Concierto de Hamburgo para trompa. Pascual Cabanes es también trompista y quizás por eso eligiese esta obra para la que contó con el solista Salvador Navarro, quien estuvo excelente tanto a la trompa natural como a la trompa de válvulas. Este concierto se divide en siete movimientos. Las trompas del tutti son todas naturales; el solista alterna la de válvulas con la natural. Destacó la interpretación a la percusión de Rafael Gálvez, quien tuvo dos momentos al tambor bajo esenciales para generar esa atmósfera espectral que requiere la partitura. Salvador Navarro estuvo magnífico: muy buen fiato, precisión y musicalidad [nota para entendidos y personas con buen oído: estuvo bastante fallón en los agudos]. La dirección de Cabanes fue una vez más precisa, apropiada para la interpretación de estas obras de Ligeti. El público reconoció la labor de los músicos y del director con un gran aplauso.
Michael Thallium
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